viernes, 30 de agosto de 2013

e n t e r e z a



el mar se había comido   mis orejas
                                     mis brazos
                                       mis piernas.

a solas con mi tronco
y asumida la leve tragedia,
decidimos permanecer a flote
hasta que de nuestros restos
crezcan alas para poder escapar.

en la inacabable espera, una imponente inmovilidad -para no despertar inquietudes sangrientas en los escualos que nos rodean- nos hace meditar: “dios ya no es lo que era antes”

una demacrada y casi extinguida gota de sangre se desprende exánime, olorosa, desnutrida. la gota avanza y tiñe sutilmente nuestro contorno de mar, como quien disuelve una floja témpera rosa entre el blanco celeste del cian.

seguimos en la espera.




foto: Jorge Coco Serrano

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